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EL “DOLOR ESPIRITUAL” – Escuela Superior de Osteopatía

La definición original de dolor (pain) según la IASP es: “An unpleasant sensory and emotional experience associated with, or resembling that associated with, actual or potential tissue damage” (IASP, 2020).

El modelo biopsicosocial (figura 2) nos permite diferenciar las diferentes dimensiones de dolor. Es una forma de entender la persona desde su aspecto “molecular” hasta la parte “ambiental” (Christopher, 2004)

Figura 2: Modelo biospicosocial

Lorimer Moseley afirma que el dolor es: “a conscious correlate of the implicit perception that tissue is in danger” (Moseley, 2013), es decir que la finalidad del dolor es de protección – una experiencia que nos motiva a parar o a cambiar nuestros comportamientos.

En el dolor crónico y persistente, el esquema tradicional del funcionamiento del mensaje de dolor está roto ya que se ha quedado inmóvil e hipersensible.

Los elementos que han producido este cambio han sido multidimensionales:

  • Biológicos
  • Psicológicos
  • Sociales y Espirituales

Podemos afirmar que el dolor no es una medida exacta de la integridad del tejido y que se tiene que ver como un protector. A través de sensaciones no placenteras, el cerebro cambia nuestros comportamientos – para que podamos evitar lesiones y empezar la fase de curación.

¿Qué es el dolor espiritual? Espiritualidad

El dolor espiritual es el dolor que proviene de las áreas “ocultas” de nuestra vida. No se puede señalar en una escala de dolor, pero sigue siendo muy real y puede afectar nuestra salud física y emocional.

El dolor espiritual a menudo se divide en cuatro categorías:

  1. Significado (“meaning”) – luchando con el “significado” detrás de la vida, las relaciones y el mundo que te rodea
  2. Perdón (“Forgiveness”) – dolor que proviene de perdonar a los demás, a nosotros mismos y a Dios
  3. Relacionado (“Relatedness “) – tratar con relaciones, ya sean buenas o malas
  4. Esperanza (“hope”) – sentir que no hay esperanza o no existe

El dolor espiritual no discrimina por sexo o edad; afecta a todos de diferentes maneras en todas las etapas de la vida. Como dijo la hermana (monja), todos están en un viaje espiritual desde el momento en que nacen y de ese viaje, sentimos dolor y, a su vez, crecemos. Nuestra sociedad no suele enfatizar este viaje, así que nos resulta difícil lidiar con el dolor cuando se vuelve demasiado grande para poderlo gestionar.

El dolor espiritual implica sentimientos de ansiedad (anxiety) o angustia (distress). El dolor emocional o espiritual puede suceder si estás luchando para encontrar fuentes de significado, esperanza, amor, paz, comodidad, fuerza y conexión en tu vida. Este tipo de dolor puede hacer que reevalúes el significado de la vida y pienses más profundamente en tus creencias y relaciones.

El dolor espiritual no es lo mismo que la depresión, que es una enfermedad mental reconocida, aunque alguien puede tener ambas cosas.

La espiritualidad significa cosas diferentes para diferentes personas. La religión y la fe pueden ser parte de la espiritualidad de alguien, pero la espiritualidad no siempre es religiosa.

Las necesidades espirituales pueden incluir:

  • La necesidad de significado y propósito en nuestras vidas
  • La necesidad de amar y sentirse amado
  • La necesidad de sentir un sentido de pertenencia y conexión en la vida
  • La necesidad de sentir esperanza y paz
  • Participar en lo que es importante en la vida de uno
  • Expresar completamente sentimientos y emociones
  • Encontrar propósito y paz
  • Motivarnos a nosotros mismos
  • Sentirnos conectados con los demás
  • Tomar decisiones de acuerdo a las necesidades
  • Sentir una conexión con el Dios o con la alegría

Emoción

La emoción puede tener un impacto en la sensación de dolor y puede influir en el éxito que tienen las personas con dolor en el manejo de su vida cotidiana.

  • La necesidad de correr puede provocar sensación de ansiedad y pánico
  • La necesidad de luchar puede causar ira y rabia
  • La necesidad de garantizar la seguridad puede destituir la hipervigilancia

Cada emoción se ve afectada por un sistema nervioso cambiado por el dolor.

Mirando específicamente la dimensión conductual, los factores psicológicos y sociales pueden interactuar con los procesos cerebrales que influyen en el bienestar de las personas con dolor crónico (Gatchel et al., 2007) . Los informes clínicos sugieren que el dolor crónico puede inducir ansiedad, depresión y reducir la calidad de vida (Narita et al., 2006). Los altos niveles de ansiedad pueden amplificar la sensibilidad al dolor y una serie de temores y reacciones de ansiedad (Asmundson and Norton, 1995)). Una secuela común ligada a un dolor de tipo ansiedad, es la relación con un síntoma de dolor físico inespecífico que está más allá de la queja primaria del dolor

Impacto del dolor en las situaciones sociales

  • La tensión de relación es común; dando lugar a un ambiente social tenso, incluso tóxico
  • Las personas con dolor crónico pueden estar inusualmente irritadas y negativas (Roy, 2010)
  • Si la relación no se deshilacha, el dolor crónico puede conducir al agotamiento y la depresión del ayudante (carga del cuidador “caregiver burden”) ya que el dolor crónico puede traer una mayor dependencia de algunos seres queridos de confianza (Kindt et al., 2015).
  • El inicio de la depresión o la activación de una predisposición hereditaria subyacente a la depresión puede ocurrir con una abstinencia cada vez más social (“social withdrawal”) (Cherny et al., 2015).

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

  • Asmundson, G. J. and Norton, G. R. (1995) ‘Anxiety Sensitivity in Patients With Physically Unexplained Chronic Back Pain: A Preliminary Report’, Behaviour research and therapy, 33(7).
  • Cherny, N., Fallon, M., Kaasa, S., Portenoy, R. K. and Currow, D. C. (2015) ‘Burnout, compassion fatigue, and moral distress in palliative care’: Oxford University Press.
  • Christopher, M. (2004) ‘A Broader View of Trauma: A Biopsychosocial-Evolutionary View of the Role of the Traumatic Stress Response in the Emergence of Pathology and/or Growth’, Clinical psychology review, 24(1).
  • Gatchel, R. J., Peng, Y. B., Peters, M. L., Fuchs, P. N. and Turk, D. C. (2007) ‘The Biopsychosocial Approach to Chronic Pain: Scientific Advances and Future Directions’, Psychological bulletin, 133(4).
  • IASP (2020) IASP Terminology – IASP. Available at: https://www.iasp-pain.org/terminology?navItemNumber=576#Pain.
  • Kindt, S., Vansteenkiste, M., Loeys, T., Cano, A., Lauwerier, E., Verhofstadt, L. L. and Goubert, L. (2015) ‘When Is Helping Your Partner With Chronic Pain a Burden? The Relation Between Helping Motivation and Personal and Relational Functioning’, Pain medicine (Malden, Mass.), 16(9).
  • Moseley, G. L. (2013) ‘Reconceptualising pain according to modern pain science’, http://dx.doi.org/10.1179/108331907X223010.
  • Narita, M., Kaneko, C., Miyoshi, K., Nagumo, Y., Kuzumaki, N., Nakajima, M., Nanjo, K., Matsuzawa, K., Yamazaki, M. and Suzuki, T. (2006) ‘Chronic Pain Induces Anxiety With Concomitant Changes in Opioidergic Function in the Amygdala’, Neuropsychopharmacology : official publication of the American College of Neuropsychopharmacology, 31(4).
  • Raja, S. N., Carr, D. B. and Cohen, M. (2020) ‘The revised International Association for the Study of Pain. Concepts, Challenges, and Compromises.’, Pain.
  • Roy, R. (2010) Social Relations and Chronic Pain. Springer Science & Business Media, p. 164.